En 2019 me casé, dejé mi trabajo, un trabajo que amaba mucho, y me mudé de Chile a Alemania. Nunca había estado en Alemania y no hablaba alemán en absoluto.

Teníamos un plan, mi marido estudiaría un máster, así que se suponía que nos quedaríamos en Alemania sólo 1 o 2 años.

Pero el plan cambió. Encontré un nuevo trabajo en Alemania y, ¡sorpresa!, estaba embarazada.

Mi bebé nació en tiempos de pandemia. Estábamos solos y lejos de casa. Pero nada de eso nos impidió estar en Hamburgo. Porque sabíamos que en Alemania tendríamos la única oportunidad de ser los padres que queríamos ser, sin ayuda, solo nosotros dos.

El tiempo pasó, y al regresar a trabajar me di cuenta de cómo todas mis antiguas compañeras y amigas habían crecido en sus carreras profesionales, y eso me hizo sentir triste porque como la mayoría de mamás sabemos, es realmente difícil regresar a tu carrera profesional cuando eres mamá.

Pero seguí trabajando porque sabía que un día todo iba a cambiar. Porque sabía que tenía el coraje suficiente para dejar todo atrás y buscar un trabajo en un nuevo país en el que nunca había vivido antes, sabía que era lo suficientemente fuerte para dar a luz en un país en el que no hablaba ni una palabra y sabía que era lo suficientemente grande porque incluso yo sabía que mi carrera profesional se detendría por un tiempo, elegí ser la mamá que quería ser.

Entonces descubrí algo nuevo, un nuevo hobby. Me fascinó porque me hacía sentir como en casa. Me conectaba con mis raíces. Me recordaba lo que amaba. Me hacía sentir viva. Me conectaba con las artes, con los colores, con la música, con la vida, con mi origen.

Fue el único momento de mi día en el que estuve conectado conmigo mismo.

Así que sigo haciéndolo y sigo compartiéndolo, porque eso es lo que más me gusta de Mármol.
Arí.